La pulga del hombre

Pulex irritans

 La pulga del hombre se ha convertido en un insecto bastante raro, pero antiguamente fue compañero constante de los hombres de todas las clases sociales. Hubo una época en la que los chinos, entre otros, usaban trampas para pulgas hechas de marfil o de bambú que calentaban suavemente y clejaban entre los colchones antes de irse a la cama; la idea consistía en que las pulgas se arrastrasen hasta ellas y entonces pudieran matarlas con facilidad.

En los siglos XIV al XVI las damas llevaban collares de piel, conocidos ahora como «corbata de pulgas», los cuales se supone que eran para atrapar pulgas.

En la actualidad, cuando alguien tiene pulgas suele ser debido a la visita a una pocilga, ya que la pulga humana puede vivir también sobre los cerdos. La probabilidad de que esta pulga se puede multiplicar en los hogares es pequeña. Las casas modernas están demasiado limpias y secas para que las larvas puedan sobrevivir.

 

La pulga del perro

Ctenocephalides canis

Las pulgas de gato y del perro son de aspecto muy parecido y ambas especies pueden sobrevivir sobre perros y gatos indistintamente. Los hombres se ven atacados principalmente por las pulgas del gato.

Un gato o un perro pueden estar infestados de pulgas sin que los moradores de la casa lo noten, pero si el animal doméstico lleva una gran cantidad de ellas, naturalmente hay una mayor probabilidad de que los hombres sean atacados.

Si se saca el perro o el gato de la casa se puede producir un ataque al hombre, ya que entonces las pulgas que dejan tras de sí, al no poder elegir, se van hacia éste.

En tales casos uno se puede conformar pensando que las pulgas del gato y del perro no se pueden reproducir sin su huésped principal, por lo que esta plaga desaparecerá por sí misma. Sin embargo, pueden vivir meses enteros con una dieta de sangre humana, así que se precisa de una cantidad de paciencia poco corriente para esperar hasta que las pulgas se mueran de viejas.

Se pueden quitar las pulgas de los animales domésticos, bien lavándolos o bien tratándolos con un insecticida, pero es tan preciso como importante acabar con los lugares donde se desarrollan las larvas mediante la limpieza con un aspirador y el rociado con un insecticida.